TÉ PARA TRES
Las tazas sobre el mantel, la lluvia derramada, ella lloraba cual fuente de mármol, con la misma frialdad e inmovilidad. Un día negro enlutado con un feeling de obertura dramática. La infidelidad fue confesada, expuesta para todo el mundo, mas a nadie le importo solo a él.
Las gotas se divertían jugando con el rostro de aquel hombre triste, shockeado. Madre Naturaleza me lo contó todo, ella fue la primera en enterarse de lo que esa mujer iba a confesar a través de los ojos de los robles y los oídos de los claveles. Estando sentado en las abundantes piernas de Madre Naturaleza contemplo las miradas vacías incoloras e insaboras de aquellos amantes en conflicto. Saboreé el momento, mis labios espigados probaron la hiel proveniente de esa charada.
Ella se levanta, se seca las lagrimas, le dice que hace mucho tiempo conoció a alguien pero ahora ya lo olvidó y nunca más lo extrañará. Madre Naturaleza y yo levantamos el vuelo, no me acabé el té pero sé en el corazón de mis corazones que regresaré a ese lugar.
